Alberto giacometti obras de arte

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Alberto Giacometti (Reino Unido: /ˌdʒækəˈmɛti/,[1] US: /ˌdʒɑːk-/,[2][3][4] Italiano:  [alˈbɛrto dʒakoˈmetti]; 10 de octubre de 1901 – 11 de enero de 1966) fue un escultor, pintor, dibujante y grabador suizo. A partir de 1922, vivió y trabajó principalmente en París, pero visitaba regularmente su ciudad natal, Borgonovo, para ver a su familia y trabajar en su arte.

Giacometti fue uno de los escultores más importantes del siglo XX. Su obra estuvo especialmente influenciada por estilos artísticos como el cubismo y el surrealismo. Las cuestiones filosóficas sobre la condición humana, así como los debates existenciales y fenomenológicos, desempeñaron un papel importante en su obra[5]. Hacia 1935 abandonó sus influencias surrealistas para dedicarse a un análisis más profundo de las composiciones figurativas. Giacometti escribió textos para publicaciones periódicas y catálogos de exposiciones y registró sus pensamientos y recuerdos en cuadernos y diarios. Su carácter crítico le llevó a dudar de su propia obra y a percibir su incapacidad para hacer justicia a su propia visión artística. Sin embargo, sus inseguridades siguieron siendo una poderosa fuerza artística motivadora durante toda su vida[6].

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La exposición “Alberto Giacometti. Escultura, pinturas, dibujos” es la última de la serie de proyectos internacionales de gran envergadura del Museo de Bellas Artes Pushkin, que en sí mismos reflejan mucho más que ideas surgidas del largo examen de sus propias colecciones. Las mentes inquietas y los esfuerzos minuciosos de los investigadores del museo siempre se han dirigido a proyectos que ilustran diferentes etapas de la historia del arte y que llenan las lagunas de las exposiciones existentes en el museo. Los proyectos de presentación de artistas modernistas y clásicos del arte de vanguardia del siglo XX han incluido exposiciones dedicadas a Pablo Picasso (la primera en Rusia), Amedeo Modigliani, Raoul Dufy, Joan Miró, Salvador Dalí, René Magritte, Piet Mondrian y Andy Warhol. Hace 40 años, estas exposiciones constituían un verdadero choque cultural, una muestra audaz de un lenguaje artístico diferente sobre el fondo de la “mitología estetizada” del Estado totalitario.

No sería exagerado decir que la exposición de Giacometti es un hito en la vida cultural de Rusia. Los preparativos para la primera muestra del considerable legado del artista en Moscú y San Petersburgo se enfrentaron a muchos obstáculos que, a pesar del interés recíproco de sus participantes, a veces parecían insuperables. Se necesitó bastante tiempo para que todas las partes se pusieran de acuerdo en unas condiciones mutuamente aceptables para el préstamo, el transporte y la exposición de las obras de arte. Las negociaciones con los socios suizos, que duraron varios años, llegaron a un punto muerto en dos ocasiones. Pero finalmente, en el verano de 2008, se firmó un acuerdo entre la Fundación Beyeler de Basilea, el Museo de Arte y la Fundación Alberto Giacometti de Zúrich, y dos de los principales museos rusos: el Hermitage y el Museo Pushkin de Bellas Artes. El hecho de que el proyecto se haya llevado a cabo, con un verdadero éxito de público, justifica el esfuerzo realizado en la organización de la exposición.

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Alberto Giacometti (Reino Unido: /ˌdʒækəˈmɛti/,[1] US: /ˌdʒɑːk-/,[2][3][4] Italiano:  [alˈbɛrto dʒakoˈmetti]; 10 de octubre de 1901 – 11 de enero de 1966) fue un escultor, pintor, dibujante y grabador suizo. A partir de 1922, vivió y trabajó principalmente en París, pero visitaba regularmente su ciudad natal, Borgonovo, para ver a su familia y trabajar en su arte.

Giacometti fue uno de los escultores más importantes del siglo XX. Su obra estuvo especialmente influenciada por estilos artísticos como el cubismo y el surrealismo. Las cuestiones filosóficas sobre la condición humana, así como los debates existenciales y fenomenológicos, desempeñaron un papel importante en su obra[5]. Hacia 1935 abandonó sus influencias surrealistas para dedicarse a un análisis más profundo de las composiciones figurativas. Giacometti escribió textos para publicaciones periódicas y catálogos de exposiciones y registró sus pensamientos y recuerdos en cuadernos y diarios. Su carácter crítico le llevó a dudar de su propia obra y a percibir su incapacidad para hacer justicia a su propia visión artística. Sin embargo, sus inseguridades siguieron siendo una poderosa fuerza artística motivadora durante toda su vida[6].

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“Todo el arte del pasado se alza ante mí, el arte de todas las épocas y todas las civilizaciones, todo se vuelve simultáneo, como si el espacio hubiera sustituido al tiempo. Los recuerdos de las obras de arte se mezclan con los recuerdos afectivos, con mi trabajo, con toda mi vida.” 5 de 5

Imágenes de obras de arte 1948Plaza de la ciudadLa plaza de la ciudad, con sus múltiples figuras, aunque no es la primera incursión de Giacometti en las figuras de aspecto vacilante por las que es más conocido, es un impresionante ejercicio de creación de una impresión de paisaje espacioso. En medio de un espacio vacío, las figuras -lo que Sartre llamaba “contornos móviles”- parecen surgir de la nada. En una reseña de 1960 para The Nation, Fairfield Porter observó: “La preocupación de Giacometti es situar la relación del hombre y el paisaje con el suelo. Y además considera que el hombre y todo lo demás tienen una relación dual con el entorno como vínculo entre la tierra y el infinito”. En esta época, Giacometti conocía bien el Existencialismo, y la Plaza de la Ciudad podría interpretarse en su línea, representando al hombre como una mera sombra de sí mismo, existiendo a medio camino entre el ser y la nada. Bronce pintado – Museo de Arte Moderno de Nueva York

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