Escultura de la cultura tolteca

Escultura de la cultura tolteca

tolteca

Las figuras atlantes son cuatro estatuas antropomórficas pertenecientes a la cultura tolteca en la Mesoamérica precolombina. Estas figuras son “estatuas masivas de guerreros toltecas”[1]. Toman su nombre postcolombino de la tradición europea de figuras similares de Atlas o Atalante en la arquitectura clásica.

Aunque las figuras atlantes más famosas se encuentran en Tula, los olmecas fueron los primeros en utilizar figuras atlantes en un relieve descubierto en Potrero Nuevo[2] Los escultores mayas también crearon figuras “atlantes” en Chichén Itzá. Además, los aztecas también crearon estatuas de guerreros fuertemente inspiradas en estas figuras atlantes en Tula[3].

Las figuras atlantes de Tula son estatuas talladas a mano con la piedra disponible en la zona: caliza, arenisca y roca volcánica. Para tallarlas, los escultores habrían utilizado herramientas de piedra, como cinceles para la escultura fina, raspadores de varios tamaños y martillos de piedra. También se utilizaban piedras más pequeñas y blandas para alisar. El proceso de creación de estas figuras habría llevado mucho tiempo, lo que indica la importancia de estas figuras para su civilización.

cultura y sociedad tolteca

La civilización tolteca dominó el centro de México desde su capital, Tula, desde el año 900 hasta el 1150 d.C. aproximadamente. Los toltecas eran una cultura guerrera, que dominaba militarmente a sus vecinos y exigía tributos. Entre sus dioses estaban Quetzalcóatl, Tezcatlipoca y Tláloc. Los artesanos toltecas eran hábiles constructores, alfareros y canteros y dejaron un impresionante legado artístico.

Los toltecas eran una cultura guerrera con dioses oscuros y despiadados que exigían la conquista y el sacrificio. Su arte lo reflejaba: hay muchas representaciones de dioses, guerreros y sacerdotes en el arte tolteca. Un relieve parcialmente destruido en el Edificio 4 representa una procesión que se dirige hacia un hombre vestido de serpiente emplumada, probablemente un sacerdote de Quetzalcóatl. La pieza más emblemática del arte tolteca que se conserva, las cuatro enormes estatuas de Atalante en Tula, representan a guerreros completamente armados con armas y armaduras tradicionales, incluido el lanzadardos atlátl.

Por desgracia, gran parte del arte tolteca se ha perdido. En comparación, gran parte del arte de las culturas maya y azteca sobrevive hasta nuestros días, e incluso las cabezas monumentales y otras esculturas de los antiguos olmecas aún pueden apreciarse. Cualquier registro escrito tolteca, similar a los códices aztecas, mixtecos y mayas, se ha perdido en el tiempo o ha sido quemado por los celosos sacerdotes españoles. Alrededor del año 1150 d.C., la poderosa ciudad tolteca de Tula fue destruida por invasores de origen desconocido, y muchos murales y piezas de arte más finas fueron destruidos. Los aztecas tenían en gran estima a los toltecas, y periódicamente hacían incursiones en las ruinas de Tula para llevarse tallas de piedra y otras piezas para utilizarlas en otros lugares. Por último, los saqueadores, desde la época colonial hasta la actualidad, han robado obras de valor incalculable para venderlas en el mercado negro. A pesar de esta persistente destrucción cultural, quedan suficientes ejemplos de arte tolteca que atestiguan su maestría artística.

figuras atlantes

Dos vistas del sitio arqueológico mesoamericano de Tula (Estado de Hidalgo, México). Izquierda: El gran vestíbulo frente a la pirámide B, lleno de columnas rotas, se conoce como Edificio C o Palacio Quemado, por la evidencia de que fue quemado. A la derecha: La pirámide B, situada junto al Palacio Quemado, también conocida como el Templo de Tlahuizcalpantecuhtli (“Casa de la Estrella de la Mañana”). Esta pirámide es una estructura de cinco niveles famosa por las cuatro enormes estatuas toltecas colocadas en su cima.

Sea cual sea la verdad sobre este personaje legendario, la evidencia arqueológica muestra que el centro ceremonial de Tula es un pálido reflejo de lo que ahora queda del esplendor clásico de Teotihuacan, ya que gran parte de la ciudad de Tula no sobrevivió hasta nuestros días. Este imperio tolteca también tuvo un nuevo enfoque militarista que prácticamente no existía en épocas anteriores. Así, en el repertorio artístico de los toltecas, el guerrero pasó a ocupar el lugar antes reservado a los sacerdotes. Tanto en Tula como en la lejana Chichén-Itzá, en la península de Yucatán, donde se desarrolló paralelamente el arte “maya-tolteca”, los temas de águilas y jaguares devorando corazones humanos, o los cráneos reunidos de los sacrificados colocados en plataformas y altares llamados Tzompantli* comenzaron a aparecer con frecuencia en las representaciones artísticas.

estatuas de guerreros toltecas

Muchos de sus alumnos tendrán muy poco conocimiento del arte precolombino, aparte de su representación en películas populares como The Emperor’s New Groove o Apocalypto. En lugar de ver esto como un impedimento, puede utilizarlo como una oportunidad de aprendizaje. Muestre algunos fotogramas (o incluso los trailers) de estas películas en los que aparezcan pirámides, estelas u otros ejemplos de arte y arquitectura precolombinos. Después de mostrar estos fotogramas o vídeos, pregunte a los alumnos qué adjetivos les vienen a la mente cuando ven estas imágenes. También puede preguntarles qué les viene a la mente cuando piensan en los mayas, los aztecas y los incas en general.

Algunos temas que se pueden destacar a lo largo de la clase son el arte como forma de comunicación, las intersecciones entre el arte y el ritual y la continuidad de las culturas. Esto ayudará a los estudiantes a entender el arte precolombino no sólo por sus cualidades estéticas, sino también por las diversas funciones que desempeñó en las sociedades mesoamericanas, caribeñas y andinas. Además, al hacer hincapié en la interconexión iconográfica y estilística de diversos objetos precolombinos, los estudiantes tendrán una mejor idea de cómo las diferentes culturas interactuaron con otras y tomaron préstamos de ellas.

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