Dama de elche museo arqueológico nacional

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La Dama de Elx o Dama de Elche (en español, Dama de Elche en valenciano, Dama d’Elx) es un busto de piedra caliza que fue descubierto en 1897, en La Alcudia, un yacimiento arqueológico en una finca privada a dos kilómetros al sur de Elche, España. Actualmente se expone en el Museo Arqueológico Nacional de España en Madrid.

Se conoce generalmente como un artefacto ibérico del siglo IV a.C., aunque la artesanía sugiere fuertes influencias helenísticas. Según la Enciclopedia de la Religión, se cree que la Dama de Elche tiene una asociación directa con Tanit, la diosa de Cartago, que era adorada por los púnicos-ibéricos. Asimismo, la escultura presenta rasgos de la cultura celtibérica (la mitra y los colgantes) y de la propia ibérica (fíbula).

la dama de elche

Muestra un rostro con rasgos perfectos que no son del todo simétricos. Está ricamente vestida y fue coloreada en rojo, azul y amarillo, de los que apenas quedan restos. En la parte posterior hay un agujero cuya función ha dado lugar a numerosas interpretaciones. Técnica y estilísticamente se considera que tiene una fuerte influencia griega. Se ha especulado sobre si su función era la de receptáculo funerario, o la de representación de una diosa, sacerdotisa o personaje de la aristocracia local. También se ha especulado sobre si fue creado como busto o como parte de una figura mayor. Se encontró en un escondite dentro de las murallas, donde se cree que se ocultó para evitar su destrucción. Por ello, ha llegado hasta nosotros prácticamente intacta.

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La Dama de Elx o Dama de Elche (en español, Dama de Elche en valenciano, Dama d’Elx) es un busto de piedra caliza[1] que fue descubierto en 1897, en La Alcudia, un yacimiento arqueológico en una finca privada a dos kilómetros al sur de Elche, España. Actualmente se expone en el Museo Arqueológico Nacional de España en Madrid.

En general, se conoce como un artefacto ibérico del siglo IV a.C., aunque la artesanía sugiere fuertes influencias helenísticas[2]. Según la Enciclopedia de la Religión, se cree que la Dama de Elche tiene una asociación directa con Tanit, la diosa de Cartago, a la que adoraban los púnico-ibéricos[3]. Asimismo, la escultura presenta rasgos de la cultura celtibérica (la mitra y los colgantes) y de la propia ibérica (fíbula).

Se cree que el busto, originalmente policromado, representa a una mujer con un elaborado tocado y grandes espirales en forma de rueda (conocidas como rodetes) a cada lado del rostro. La abertura en la parte posterior de la escultura indica que pudo utilizarse como urna funeraria.

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Dejé atrás uno de los museos más famosos de Europa, el Prado, junto a mi colega que estudiaba intensamente frente al Jardín de las Delicias del Bosco, y me dirigí al Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Cogí el autobús y a los veinte minutos entré en el edificio climatizado y lleno de objetos antiguos de Egipto, Nubia, Oriente Medio, Grecia y, obviamente, la Península Ibérica de diferentes épocas.

En particular, la época prerromana era de mi especial interés. Abarca las culturas que se desarrollaron entre los inicios de la Edad de Hierro y el proceso de romanización, es decir, el Primer Milenio antes de Cristo. Estuvo marcada por varias culturas mediterráneas, a saber, la ibérica, la celta, la griega, la fenicia, la semilegendaria tartésica y, finalmente, la cartaginesa. Muchos objetos de esta colección proceden de excavaciones y hallazgos arqueológicos realizados en la Península y sus islas desde el siglo XIX e incluso antes. El conjunto de estatuas ibéricas es excepcional por su calidad y cantidad; se trata de las llamadas Damas de Elche, Baza y Cerro de los Santos. Entre ellas, la más famosa es sin duda la grácil y misteriosa Dama de Elche, uno de los iconos más famosos de España. Se suele decir que las estatuas son esculturas realizadas en piedra caliza. Sin embargo, Adrien Nash (2021) me ha llamado la atención últimamente sobre el hecho de que la Dama de Elche debería ser en realidad un vaciado hueco, y no una escultura. Tal afirmación se basa en las fotos de la cabeza, que la muestran vacía tanto como la parte de su espalda (Ibid.).

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