El greco el caballero de la mano en el pecho
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Laocoön (el greco)
El caballero de la mano en el pecho, traducido al español como El caballero de la mano en el pecho, El caballero de la mano en el pecho o El noble de la mano en el pecho, es un óleo de El Greco.
Pintado en Toledo hacia 1580, y expuesto en el Museo del Prado, es el más famoso de una serie de retratos profanos de caballeros desconocidos, todos ellos vestidos de negro y con gola blanca, sobre fondos oscuros.
Algunos autores sugieren que podría tratarse de un retrato de Juan de Silva y Ribera, III marqués de Montemayor y alcaide del Alcázar de Toledo. El artista Rupert Shrive y el historiador Alex Burghart también han argumentado que puede ser un autorretrato.
El greco manos
El caballero de la mano en el pecho (también conocido como El caballero de la mano en el pecho [1] o El caballero de la mano en el pecho; español – El caballero de la mano en el pecho)[2] es un óleo de El Greco.
Pintado en Toledo hacia 1580, y expuesto en el Museo del Prado,[3] es el más famoso de una serie de retratos profanos de caballeros desconocidos, todos ellos vestidos de negro y con gorguera blanca, sobre fondos oscuros[1].
Algunos autores sugieren que podría tratarse de un retrato de Juan de Silva y Ribera, III Marqués de Montemayor y alcaide del Alcázar de Toledo[3] El artista Rupert Shrive y el historiador Alex Burghart también han argumentado que podría tratarse de un autorretrato[4]. [4] Varias observaciones apuntan también a que se trata de Miguel de Cervantes, como la coincidencia de la edad de Cervantes y la fecha del retrato, el hecho de que la mano izquierda del personaje esté oculta y que Cervantes haya perdido el brazo luchando en la batalla de Lepanto,[5] así como el parecido con el retrato no confirmado de Cervantes supuestamente pintado por Juan de Jáuregui.
Las meninas
Es un excelente ejemplo del estilo tardío del artista, todo el cuadro se utiliza para mostrar al Niño Jesús. Tanto el color como la posición espacial de los elementos obligan al espectador a dirigir su mirada al personaje principal del cuadro.
Esta obra representa a la Virgen María, San José y Jesucristo, con Santa Ana y San Juan Bautista de niño. Como se puede ver, la composición es muy similar a la de la Virgen de la Buena Leche. El artista utilizó bocetos antiguos, añadió algunas figuras y completó la composición. Produjo muchas piezas de esta manera.
Juan el Bautista. Es notable la exagerada atmósfera espiritual que El Greco crea en este cuadro. Los cuerpos alargados y la cuidadosa composición de acciones diferentes pero simultáneas demuestran la indudable imaginación de El Greco.
Estilo el greco
Este magnífico retrato, que se ha convertido en un icono de la pintura mundial, muestra a un caballero desconocido, probablemente un aristócrata toledano, que es retratado como el prototipo del noble español de la época.
El artista parece querer llamar nuestra atención sobre la mano del retratado, con una elegante pose que El Greco utilizó en muchas de sus figuras, en la que el dedo corazón y el anular están separados del índice y el meñique. Ha utilizado el fino encaje del puño para enmarcar y resaltar la belleza de la mano. Junto a ella hay dos objetos: la fina empuñadura de la espada que denota la condición de noble del retratado, y que tanta fama dio al artesano toledano; y una cadena de oro casi invisible, de la que pende un medallón semioculto en el pecho. El cuello de gorguera de fino encaje, muy típico de la moda del siglo XVI, enmarca su rostro imperturbable y su mirada ausente.