El jardín de las delicias museo del prado

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Las obras del pintor holandés Hieronymus Bosch son conocidas por su fantástica imaginería y sus delicados detalles. Pero ninguna es tan conocida ni tan ambiciosa como su Jardín de las Delicias, una obra tan cargada de simbolismo que sigue despertando curiosidad más de 500 años después de ser pintada.

El Bosco se atrevió a representar toda la experiencia humana, desde la vida hasta el más allá, en tres lienzos relacionados entre sí. El primero de la izquierda representa el Paraíso; el último de la derecha, el infierno. Y en el centro se encuentra El jardín de las delicias terrenales.

El Bosco nunca fechó sus obras, lo que complica el trabajo de los historiadores del arte. Algunos afirman que el Bosco comenzó el Jardín de las Delicias en 1490, cuando tenía unos 40 años. (Se desconoce el año exacto de su nacimiento, pero se supone que fue alrededor de 1450.) Pero se estima que la obra fue terminada entre 1510 y 1515.

cuadro del jardín de las delicias

El tríptico abierto muestra tres escenas. El panel de la izquierda representa el Paraíso; el de la derecha, el Infierno; y el panel central muestra las delicias o los placeres de la vida, con continuas alusiones al pecado. Cuando está cerrado, el tríptico ofrece una vista en grisalla del tercer día de la creación del mundo.

Se aprecia una fuerte carga erótica en las representaciones de la lujuria, pero también hay imágenes con significados mucho más enigmáticos. El panel central destaca el carácter efímero de los placeres pecaminosos. Por ejemplo, la belleza fugaz de las flores transmite un mensaje de fragilidad y de la brevedad del disfrute terrenal. Otro ejemplo es la pareja encerrada en una bola de cristal, que podría aludir al dicho flamenco “La felicidad es como el cristal, pronto se rompe”

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El Jardín de las Delicias es el título moderno[a] de un tríptico al óleo sobre tabla de roble pintado por el maestro holandés Hieronymus Bosch entre 1490 y 1510, cuando el Bosco tenía entre 40 y 60 años[1].

Como se sabe poco de la vida o las intenciones del Bosco, las interpretaciones de su intención van desde una advertencia sobre la indulgencia carnal mundana, hasta una advertencia funesta sobre los peligros de las tentaciones de la vida, pasando por una evocación del máximo gozo sexual. La complejidad de su simbolismo, especialmente el del panel central, ha dado lugar a una amplia gama de interpretaciones académicas a lo largo de los siglos. Los historiadores del arte del siglo XX están divididos en cuanto a si el panel central del tríptico es una advertencia moral o un panorama del paraíso perdido.

El Bosco pintó tres grandes trípticos (los otros son El Juicio Final, de c. 1482, y El Tríptico de Haywain, de c. 1516) que pueden leerse de izquierda a derecha y en los que cada panel era esencial para el significado del conjunto. Cada una de estas tres obras presenta temas distintos, aunque vinculados, que abordan la historia y la fe. Los trípticos de esta época solían estar pensados para ser leídos secuencialmente, los paneles de la izquierda y de la derecha solían representar el Edén y el Juicio Final respectivamente, mientras que el tema principal estaba contenido en la pieza central[2] No se sabe si El jardín estaba pensado como retablo, pero la opinión general es que el tema extremo de los paneles interiores del centro y de la derecha hacen improbable que estuviera pensado para funcionar en una iglesia o monasterio, sino que fue encargado por un mecenas laico[3].

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La colección comprende actualmente unos 8.200 dibujos, 7.600 pinturas, 4.800 grabados y 1.000 esculturas, además de muchas otras obras de arte y documentos históricos. En 2012, el museo exponía unas 1.300 obras en los edificios principales, mientras que unas 3.100 obras estaban en préstamo temporal a diversos museos e instituciones oficiales. El resto estaba almacenado[4].

El edificio que hoy alberga el Museo Nacional del Prado fue diseñado en 1785 por el arquitecto de la Ilustración en España Juan de Villanueva por orden de Carlos III para albergar el Gabinete de Historia Natural. Sin embargo, la función definitiva del edificio no se decidió hasta que el nieto del monarca, Fernando VII, animado por su esposa, la reina María Isabel de Braganza, decidió destinarlo a un nuevo Real Museo de Pinturas y Esculturas. El Real Museo, que pronto pasaría a llamarse Museo Nacional de Pintura y Escultura, y posteriormente Museo Nacional del Prado, abrió al público por primera vez en noviembre de 1819. Se creó con el doble objetivo de mostrar las obras de arte pertenecientes a la Corona española y de demostrar al resto de Europa que el arte español tenía el mismo mérito que cualquier otra escuela nacional. Además, este museo necesitó varias reformas durante los siglos XIX y XX, debido al aumento de la colección así como al incremento del público que quería ver toda la colección que albergaba el Museo[6].

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