La vieja friendo huevos comentario

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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660) se encuentra en la cima de su carrera. Tras pasar la mayor parte de su vida laboral en la corte española, permaneció casi como un secreto español durante un par de siglos. Luego llegó a Europa. “El pintor de los pintores” le llamó Manet. Hoy, entre los maestros antiguos, es el más genial: técnica y psicológicamente, el más sobrio, el más penetrante, el más sofisticado. Sabe todo lo que la pintura puede hacer. Ve a los seres humanos con total claridad, los representa sin dramatismo, ni prejuicios, ni sentimientos. Una pequeña muestra -desde las primeras y sólidas escenas de cocina hasta las últimas imágenes espectrales de los niños de la realeza- está actualmente en la National Gallery de Londres. Este cuadro está en ella. Regístrese gratis para seguir leyendo

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Mi cuadro destacado de hoy es otro de Velázquez.    Se titula Una vieja cocinando huevos y Velázquez lo terminó en 1618.    Es un ejemplo de sus creaciones de escenas de cocina que popularizó a principios del siglo XVII y que se conocieron como bodegón, que mostraban a campesinos comiendo o preparando comidas y los utensilios que utilizaban para prepararlas y servirlas.    No hay que olvidar que cuando Velázquez realizó esta obra tenía apenas diecinueve años.      Sin duda, demuestra su talento para pintar personas y objetos cotidianos directamente del natural.    En cierto modo, este cuadro demostraba su maestría pictórica a la vista de todos y, como veremos más adelante, iba a ser su tarjeta de presentación para utilizarla en la búsqueda de lucrativos mecenazgos.

El fondo de este cuadro, al igual que el de la Aguada de Sevilla de Velázquez, en mi último blog, es oscuro e indistinto, y contrasta con los fondos, a menudo abarrotados de color, de los cuadros holandeses y flamencos de escenas de cocina de la época, que estaban llenos de acontecimientos animados.    Esta es una escena más sombría.    Como muchas de las primeras obras de Velázquez, demuestra la influencia del claroscuro, la técnica artística desarrollada durante el Renacimiento, que se refiere al uso de contrastes de luz exagerados para crear la ilusión de volumen.    En este cuadro tenemos una fuerte fuente de luz que entra por la izquierda, iluminando a la mujer, sus utensilios y los huevos escalfados, pero al mismo tiempo ensombreciendo el fondo y al niño.    Es una magnífica muestra del contraste de luces y sombras, y al igual que en el caso de las Aguas de Sevilla, Velázquez ha utilizado tonos sutiles y una paleta dominada por los ocres y los marrones

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Antes de que Diego Velázquez triunfara como pintor de la corte del rey Felipe IV, pintaba bodegones. Derivados de la palabra bodega, que significa taberna, los bodegones son una clase de pinturas de género que presentan elementos de cocina de naturaleza muerta. Sus contemporáneos criticaron su elección de tema, ya que los bodegones se consideraban lo más bajo en la jerarquía de los gustos, ya que los objetos cotidianos se consideraban indignos. En respuesta, declaró: “Prefiero ser el primer pintor de cosas comunes, que el segundo en el arte superior”.

Esta declaración es en cierto modo una contradicción de su obra más ilustre, Las Meninas, el epítome del arte noble. En lugar de utilizar el tema de la obra para elevar su estatus como artista, se limita a recrear las “cosas comunes” con un parecido increíble. Sus bodegones eran más una declaración sobre su habilidad como artista que sobre su posición.

Pintó bodegones durante su etapa sevillana, y uno de los primeros fue Una vieja cocinando huevos. El método de preparación de los huevos es una cuestión muy debatida y este cuadro tiene dos títulos alternativos: Una vieja friendo huevos y Una vieja escalfando huevos. Algunos sostienen que se trata de una fritura, lo que explica (o mejor dicho, que la cuchara de madera situada a un lado impide que se pegue), mientras que otros creen que se trata de un escalfado, tal vez en una sopa de ajo.

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Charles Blanc”… Manet fue a Madrid a ver la obra de Velázquez y más tarde escribió a su colega pintor, Henri Fantin-Latour: Esta es la pieza de pintura más asombrosa que jamás se haya hecho. El fondo desaparece. Es el aire el que rodea al personaje”. 5 de 8

Laura Cumming”…es para mí como una de las figuras de “Las Meninas” – el sirviente en el borde lejano junto a la ventana, la única persona en esa obra maestra de la que no se sabe nada, cuya historia nunca se cuenta y que es todo menos un borrón pintado, que se desvanece en las sombras”. 6 de 8

Laura Cumming “Comparado con Velázquez, el colorido de Tiziano parece convencional, el de Rembrandt fantasioso y el de Rubens infectado con una pizca de manierismo antinatural. Francis Bacon: “Uno quiere hacer esto de caminar por el borde del precipicio, y en Velázquez es muy, muy extraordinario que haya sido capaz de mantenerlo tan cerca de lo que llamamos ilustración y al mismo tiempo desentrañar tan profundamente las cosas más grandes y profundas que el hombre puede sentir”. 8 de 8

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