Nueva ley de contratos publicos
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Contratación pública
Las autoridades públicas celebran contratos para garantizar la realización de obras y la prestación de servicios. Estos contratos suponen un volumen de operaciones de 2 448 000 millones de euros, lo que demuestra que la contratación pública europea es un importante motor de crecimiento económico, creación de empleo e innovación. El paquete de contratación pública adoptado en 2014 por el Parlamento y el Consejo añade 2.880 millones de euros anuales al PIB de la UE. Además, las directivas de la UE en materia de contratación pública han dado lugar a un aumento del valor total de las adjudicaciones, que ha pasado de menos de 200 000 millones de euros a aproximadamente 525 000 millones de euros.
Los contratos públicos desempeñan un papel importante en las economías de los Estados miembros, y se calcula que generan más del 16% del PIB de la Unión. Antes de la aplicación de la legislación comunitaria, sólo el 2% de los contratos públicos se adjudicaban a empresas no nacionales. Estos contratos desempeñan un papel fundamental en determinados sectores (construcción, obras públicas, energía, telecomunicaciones e industria pesada), y tradicionalmente las normas legales o administrativas han dado preferencia a los proveedores nacionales. Esta falta de competencia abierta y efectiva era un obstáculo para la realización del mercado único, ya que aumentaba los costes para los poderes adjudicadores y frenaba la competitividad en determinados sectores clave.
No discriminación en la contratación pública
A menos de 60 días para que el Reino Unido abandone la Unión Europea, los poderes adjudicadores irlandeses deberían revisar sus licitaciones y contratos existentes para mitigar el posible impacto del Brexit. El Brexit (en cualquiera de sus formas) no solo afecta a las empresas británicas que entregan contratos públicos en Irlanda, sino también a las empresas irlandesas con entidades británicas en su cadena de suministro y a los poderes adjudicadores irlandeses que prestan servicios públicos.
Sí, incluso en el caso de un Brexit “sin acuerdo”, las empresas británicas en la actualidad seguirán teniendo derecho a participar en las licitaciones públicas irlandesas. La aplicación irlandesa de la Directiva 2014/24/UE obliga a los poderes adjudicadores a tratar “a los operadores económicos en pie de igualdad y sin discriminación y [actuar] de manera transparente y proporcionada”[1] -no se hace referencia a un operador económico residente en la Unión Europea- y actualmente la posición de la Oficina de Contratación Pública[2] es que las empresas británicas no deben recibir un trato diferente al de las empresas de la UE.
El Reino Unido ha solicitado formalmente su adhesión al Acuerdo sobre Contratación Pública de la Organización Mundial del Comercio (el “ACP”). Una vez que se convierta en miembro del ACP, las empresas británicas tendrán un derecho explícito a la igualdad de trato con las empresas de la UE en la medida en que el ACP se aplique al objeto de la licitación – ciertos servicios están excluidos del ámbito de aplicación del ACP.
Resumen de la directiva 2014/24/eu
Las autoridades públicas celebran contratos para garantizar la realización de obras y la prestación de servicios. Estos contratos suponen un volumen de operaciones de 2 448 000 millones de euros, lo que demuestra que la contratación pública europea es un importante motor de crecimiento económico, creación de empleo e innovación. El paquete de contratación pública adoptado en 2014 por el Parlamento y el Consejo añade 2.880 millones de euros anuales al PIB de la UE. Además, las directivas de la UE en materia de contratación pública han dado lugar a un aumento del valor total de las adjudicaciones, que ha pasado de menos de 200 000 millones de euros a aproximadamente 525 000 millones de euros.
Los contratos públicos desempeñan un papel importante en las economías de los Estados miembros y se calcula que generan más del 16% del PIB de la Unión. Antes de la aplicación de la legislación comunitaria, sólo el 2% de los contratos públicos se adjudicaban a empresas no nacionales. Estos contratos desempeñan un papel fundamental en determinados sectores (construcción, obras públicas, energía, telecomunicaciones e industria pesada), y tradicionalmente las normas legales o administrativas han dado preferencia a los proveedores nacionales. Esta falta de competencia abierta y efectiva era un obstáculo para la realización del mercado único, ya que aumentaba los costes para los poderes adjudicadores y frenaba la competitividad en determinados sectores clave.
Directivas de contratación de la ue
La exigencia primordial de la política de contratación es que toda la contratación pública debe basarse en la relación calidad-precio, definida como “la mejor combinación de calidad y eficacia por el menor desembolso durante el periodo de utilización de los bienes o servicios adquiridos”. Esto debe lograrse a través de la competencia, a menos que haya razones de peso para lo contrario.
Además de estos principios fundamentales del Tratado, la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas ha establecido algunos principios jurídicos generales. Los más importantes de estos principios generales del derecho que debe conocer en el contexto de la contratación pública son:
Desde los años setenta, la UE ha adoptado normas para garantizar que el mercado de la contratación pública de la UE sea abierto y competitivo y que los proveedores reciban un trato equitativo y justo. Las normas abarcan aspectos como la publicidad de los contratos, los procedimientos de evaluación de las credenciales de las empresas, la adjudicación de los contratos y los recursos (sanciones) cuando se incumplen estas normas.
Las normas de la UE se recogen en una serie de directivas que se actualizan periódicamente. Los Estados miembros tienen que elaborar legislación nacional (reglamentos) para aplicar las normas de la UE en la legislación nacional dentro de determinados plazos. La última actualización de las directivas de contratación pública de la UE se produjo en abril de 2014. Esta actualización fue el resultado de una exitosa campaña de presión por parte del gobierno del Reino Unido y de nuestros socios de la UE para negociar un régimen de normas de contratación más simple y flexible. Los Estados miembros disponían entonces de dos años para incorporarlas a su legislación nacional, es decir, antes de abril de 2016.