Museo del prado van der weyden
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Rogier van der weyden
El Descendimiento de la Cruz (o Deposición de Cristo, o Descendimiento de Cristo de la Cruz) es una pintura sobre tabla del artista flamenco Rogier van der Weyden creada hacia 1435, actualmente en el Museo del Prado, Madrid. El Cristo crucificado es bajado de la cruz, con su cuerpo sin vida sostenido por José de Arimatea y Nicodemo.
La fecha de hacia 1435 se estima por el estilo de la obra y porque el artista adquirió riqueza y fama en esa época, probablemente por el prestigio que le proporcionó esta obra maestra[1] Fue pintada al principio de su carrera, poco después de terminar su aprendizaje con Robert Campin, y muestra la influencia del pintor mayor, sobre todo en las superficies duramente esculpidas, los rasgos faciales realistas y los vivos colores primarios, principalmente rojos, blancos y azules[2] La obra fue un intento autoconsciente de Van der Weyden de crear una obra maestra que estableciera una reputación internacional. Van der Weyden colocó el cuerpo de Cristo en la forma de T de una ballesta para reflejar el encargo del gremio de arqueros de Lovaina (Schutterij) para su capilla Onze-Lieve-Vrouw-van-Ginderbuiten (Notre-Dame-hors-les-Murs).
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Es 1435 y Rogier van der Weyden (1399/1400?-1464) deja su ciudad natal francesa de Tournai, donde había sido aprendiz de Robert Campin, para embarcarse en una nueva vida en Bruselas junto con su esposa belga y su joven hijo Pierre. Aquí pintará La deposición de Cristo, una de las joyas de la corona del Museo del Prado de Madrid. Es emocionante ver este exquisito cuadro flanqueado por otras obras maestras del artista, en un mismo lugar por primera y quizá única vez, a saber, la Madonna de Durán, el tríptico de los Siete Sacramentos de Amberes y la extraordinaria y recientemente restaurada Crucifixión de Escorial/Scheut.
Poco después de llegar a Bruselas y en un momento crucial de su carrera, Van Der Weyden recibe el encargo de pintar un tríptico de altar. Y es esta obra la que marcará el fin de todo lo anterior en el arte flamenco. “La mejor pintura del mundo”, concluyeron los consejeros del rey Felipe II de España, un sentimiento del que se hicieron eco tanto sus contemporáneos como las sucesivas generaciones de expertos.
El descenso de la pintura de la cruz de rogier van der weyden
El Descendimiento de la Cruz (o Deposición de Cristo, o Descendimiento de Cristo de la Cruz) es una pintura sobre tabla del artista flamenco Rogier van der Weyden realizada hacia 1435, actualmente en el Museo del Prado, Madrid. El Cristo crucificado es bajado de la cruz, con su cuerpo sin vida sostenido por José de Arimatea y Nicodemo.
La fecha de hacia 1435 se estima por el estilo de la obra y porque el artista adquirió riqueza y fama en esa época, probablemente por el prestigio que le proporcionó esta obra maestra[1] Fue pintada al principio de su carrera, poco después de terminar su aprendizaje con Robert Campin, y muestra la influencia del pintor mayor, sobre todo en las superficies duramente esculpidas, los rasgos faciales realistas y los colores primarios vivos, principalmente rojos, blancos y azules[2] La obra fue un intento autoconsciente de Van der Weyden de crear una obra maestra que estableciera una reputación internacional. Van der Weyden colocó el cuerpo de Cristo en la forma de T de una ballesta para reflejar el encargo del gremio de arqueros de Lovaina (Schutterij) para su capilla Onze-Lieve-Vrouw-van-Ginderbuiten (Notre-Dame-hors-les-Murs).
Retrato de una damapintura de rogier van der weyden
La colección comprende actualmente unos 8.200 dibujos, 7.600 pinturas, 4.800 grabados y 1.000 esculturas, además de muchas otras obras de arte y documentos históricos. En 2012, el museo exponía unas 1.300 obras en los edificios principales, mientras que unas 3.100 obras estaban en préstamo temporal a diversos museos e instituciones oficiales. El resto estaba almacenado[4].
El edificio que hoy alberga el Museo Nacional del Prado fue diseñado en 1785 por el arquitecto de la Ilustración en España Juan de Villanueva por orden de Carlos III para albergar el Gabinete de Historia Natural. Sin embargo, la función definitiva del edificio no se decidió hasta que el nieto del monarca, Fernando VII, animado por su esposa, la reina María Isabel de Braganza, decidió destinarlo a un nuevo Real Museo de Pinturas y Esculturas. El Real Museo, que pronto pasaría a llamarse Museo Nacional de Pintura y Escultura, y posteriormente Museo Nacional del Prado, abrió al público por primera vez en noviembre de 1819. Se creó con el doble objetivo de mostrar las obras de arte pertenecientes a la Corona española y de demostrar al resto de Europa que el arte español tenía el mismo mérito que cualquier otra escuela nacional. Además, este museo necesitó varias reformas durante los siglos XIX y XX, debido al aumento de la colección así como al incremento del público que quería ver toda la colección que albergaba el Museo[6].