El caballo de botero escultura
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Escultura Colombiana CABALLO GIGANTE – Autor: Fernando Botero – Título: Caballo Gigante.- Técnica: Bronce a la cera perdida. Dimensiones: 20.03×16.14×9.84 in. Peso: 27 kg. Auténticamente Hecho en Colombia. ** Se envía directamente desde la tierra del artista **
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Botero, kunsthal rotterdam
Nacido en 1932 en Medellín, Colombia, Botero se interesó por la pintura a una edad temprana. Su precocidad artística quedó patente en un artículo ilustrado que publicó en el periódico El Colombiano de Medellín cuando tenía diecisiete años. Titulado Picasso y el inconformismo del arte, revelaba su pensamiento vanguardista sobre el arte moderno. Botero se trasladó a Bogotá en 1951 y realizó allí su primera exposición individual en la Galería Leo Matiz. Al año siguiente, a la edad de veinte años, obtuvo un segundo premio en el Salón Nacional de Bogotá.
Con el dinero obtenido por el premio del Salón y sus exposiciones, Botero viajó a España, Francia e Italia para estudiar la obra de los maestros antiguos. En Madrid, visitó diariamente el Museo del Prado mientras estudiaba en la Academia de San Fernando. En Florencia, estudió en la Academia de San Marcos y recibió una profunda influencia de las obras de Giotto, Piero della Francesca, Paolo Uccello y Andrea del Castagno.
Fue durante una breve estancia en México cuando Botero realizó Naturaleza muerta con mandolina (1956), la primera obra en la que la forma “hinchada” hace una aparición definitiva. Dos años más tarde obtuvo un Primer Premio en el Salón Nacional de Bogotá por su Cámara Nupcial: Homenaje a Mantegna, obra inspirada en los frescos de Mantegna de 1474 para el Palacio Ducal de Mantua.
El caballo de botero galopa hacia su nuevo hogar
Acerca de la obraEl artista internacionalmente reconocido Fernando Botero es ampliamente conocido por sus voluptuosas obras con seres humanos y animales, con el icónico estilo del boterismo aplicado para crear una figura exageradamente rotunda. Las esculturas permiten a Botero explorar aún más las carnes rollizas de sus sujetos, y alberga una particular afición por los caballos, derivada de ver a su padre montar a caballo por negocios durante su infancia.
Esta escultura de un caballo se inspira en el caballo de Troya de la mitología griega, asemejándose a su postura y distinción. En posición de firmes, su fuerte colorido negro y su pesada forma crean un aura de estoicismo y fuerza, reflejando su competencia y su contribución funcional a su propietario.
Sobre el artistaNacido en 1932 en Medellín, Colombia, Fernando Botero es una leyenda viva del arte de nuestro tiempo. Artista prolífico y creador del estilo característico “Boterismo”, las reflexiones redondas del artista lo han convertido en una figura global en el mundo del arte contemporáneo, y en el embajador artístico de la persecución colombiana. Sus formas redondeadas, que se alejan de las convenciones, se distinguen a pesar de los lugares comunes y están ligadas a la historia y el patrimonio colombianos, han alcanzado alturas monumentales y son coleccionadas por importantes museos, empresas y coleccionistas privados de todo el mundo, como Estados Unidos, Corea y Ciudad de México, por nombrar algunos.Ir al perfil de Fernando Botero ‘
Botero – tráiler oficial para estados unidos
Fernando Botero (colombiano, 1932) Caballo firmado y numerado ‘Botero 2/3’ y con marca de fundición (en la base) bronce con pátina marrón oscura 106 x 102¼ x 54¼ in. (269,2 x 260 x 138 cm.) Realizado en 1999. Edición dos de tres.
En la década de 1970, Botero comenzó a trabajar en sus esculturas de bronce que convertían a las figuras humanas y animales en seres monumentales. Entre su inventario de figuras animales en bronce, que incluye pájaros, perros y gatos, los caballos son posiblemente los más majestuosos. Reconocido amante de la forma y el volumen, el caballo de Botero
Caballo de Botero pone de manifiesto el estudio que el artista hace de estos efectos en las pinturas de los maestros del Renacimiento. Quizá lo más relevante sea la admiración de Botero por la obra del artista del Quattrocento Paolo Uccello, cuyas pinturas de batallas épicas, como su
Batalla de San Romano (c. 1435-1455), permitían ver el cuerpo del caballo desde varias perspectivas. De hecho, a lo largo de los tres cuadros, el caballo sigue siendo un punto focal constante de la imagen, colocado ventajosamente en cada composición. Inspirado en la veneración de Uccello por la forma equina, Botero subraya igualmente su importancia.