Escultura araña guggenheim bilbao

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Instalación para BilbaoEl proyecto, que comenzó a finales de 2016 y está previsto que finalice en la primavera de 2018, está liderado por el Departamento de Conservación del Museo, con la participación de profesionales de diferentes áreas del Museo en colaboración con los artistas y sus estudios. La metodología empleada responde al concepto de actualización tecnológica, que consiste en la sustitución de las piezas que se están quedando obsoletas o que no funcionan correctamente -sistemas eléctricos o electrónicos, circuitos hidráulicos, equipos audiovisuales e instalaciones de gas- por elementos idénticos o similares, preservando la integridad conceptual de las obras.

Todo el proceso consta de tres fases principales: la documentación, es decir, la recopilación de toda la información descriptiva de cada obra y su conservación; el análisis y la intervención, que consiste en llevar a cabo los procedimientos de intervención necesarios para garantizar la preservación de las piezas; y, por último, la prevención, que supone el diseño y la aplicación de un programa global de mantenimiento de cada obra de arte para minimizar la probabilidad de que se produzcan fallos en su funcionamiento.

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Joana Vasconcelos ha llenado el Guggenheim Bilbao con obras de los últimos 20 años. Nos habla de la artesanía, de la importancia (o no) de la escala, y de cómo pretende exponer y hacer estallar los mitos y realidades en torno a la experiencia femenina

Las salas a la izquierda y a la derecha crean espacio para pequeños grupos de esculturas asociadas: Cama Valium (1999), junto con Sofá Aspirína (1997), en un lado, y un trío de sus más recientes y humorísticos robots A todo vapor (2012), inspirados en los Transformers.

A la vuelta de la esquina se encuentra la inquietante Burka (2002): la cabeza de una mujer, envuelta en capas de tela (que representan diferentes geografías y etnias), se eleva periódicamente y luego cae al suelo con estrépito. Este siniestro sonido se combina con el tintineo que induce a la ansiedad de una obra posterior situada en el extremo de esta galería principal, Call Center (2014-16): una escultura en forma de Beretta de teléfonos negros anticuados, cuyas asas y bobinas cuelgan expectantes, mientras una banda sonora compuesta por sus timbres desactivados trina y trina.

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El edificio, una de las obras más admiradas de la arquitectura contemporánea, ha sido aclamado como un “momento clave en la cultura arquitectónica”, ya que representa “uno de esos raros momentos en los que los críticos, los académicos y el público en general están completamente unidos en torno a algo”, según el crítico de arquitectura Paul Goldberger[2] El museo fue el edificio más nombrado como una de las obras más importantes completadas desde 1980 en la Encuesta Mundial de Arquitectura de 2010 entre los expertos en arquitectura[2].

El museo fue construido por Ferrovial,[7] con un coste de 89 millones de dólares[8] Unos 5.000 habitantes de Bilbao asistieron a un espectáculo previo a la inauguración en el exterior del museo la noche anterior a la apertura oficial, con un espectáculo de luces al aire libre y conciertos. El 18 de octubre de 1997 el museo fue inaugurado por Juan Carlos I de España[5].

La Fundación Solomon R. Guggenheim seleccionó a Frank Gehry como arquitecto, y su director, Thomas Krens, le animó a diseñar algo atrevido e innovador[9] Las curvas del exterior del edificio pretendían parecer aleatorias; el arquitecto dijo que “la aleatoriedad de las curvas está diseñada para atrapar la luz”[10]. [El interior “está diseñado en torno a un gran atrio lleno de luz con vistas a la ría de Bilbao y a las colinas circundantes del País Vasco”[11] El atrio, al que Gehry apodó La Flor por su forma, sirve de centro organizador del museo[6].

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El Museo Guggenheim de Bilbao se eleva y se retuerce desde los páramos industriales, las autopistas y los astilleros que lo rodean. Con este edificio, Frank O. Gehry demostró la fuerza con la que la arquitectura puede situar a una ciudad en el punto de mira del público mundial. Creó para Bilbao un enorme hito que es imposible de pasar por alto y tan fácil de recordar como la Torre Eiffel de París.

El edificio, con sus expresivas formas, parece cambiar continuamente de aspecto: se mire por donde se mire tiene un aspecto diferente, y cada cambio en las condiciones de iluminación se refleja en la reluciente piel de titanio.

El atrio de 50 metros de altura es el centro del edificio. Parece concentrar el material y la forma de todo el edificio: piedra, cristal, titanio, curvas, líneas rectas, superficies opacas y transparentes, todo ello se une en un sensacional juego de estética. Desde el atrio, varios puentes, ascensores y torres de escaleras dan acceso a las galerías, así como a las salas de administración y antesalas.

El edificio de Bilbao, creado como dependencia del neoyorquino Museo Guggenheim, se financia sobre todo con los amplios fondos de la pinacoteca. Sin embargo, el Gobierno Vasco también ha puesto a disposición un fondo de compra. Jim Dines, tres veces “Venus Roja”, fue uno de los primeros patrocinadores del museo.

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