Cuadro saturno devorando a sus hijos

Cronos devorando a su hijo

La obra es una de las 14 Pinturas Negras que Goya pintó directamente en las paredes de su casa en algún momento entre 1819 y 1823. Fue trasladada al lienzo tras la muerte de Goya y desde entonces se conserva en el Museo del Prado de Madrid.

El mito romano se inspiró en la mitología griega original, en la que se había predicho que uno de los hijos de Saturno (Cronos es su nombre en el mito original griego) lo derrocaría, al igual que Saturno había derrocado a su padre.

Para evitarlo, Saturno se comió a sus hijos momentos después de que cada uno naciera. Su esposa Ops acabó escondiendo a su tercer hijo, Júpiter, en la isla de Creta, y engañó a Saturno ofreciéndole una piedra envuelta en pañales en su lugar.

En 1819, a la edad de 73 años, Goya compró una casa en las afueras del centro de Madrid, donde buscó la reclusión.    Goya realizó una serie de 14 obras, que pintó con óleos directamente sobre las paredes de la casa.

Aunque en un principio decoró las habitaciones de la casa con imágenes más inspiradoras, las sobrepuso todas con los inquietantes cuadros conocidos hoy como las Pinturas Negras. Estos cuadros, que no fueron encargados y que nunca se expusieron al público, reflejan el estado de ánimo sombrío y el conflicto interno de Goya.

Saturno devorando a su hijo impreso

Según el mito, Saturno (o Cronos, como lo llamaban los griegos) era el rey del universo, pero fue advertido por una profecía de que un día sería derrocado por uno de sus hijos, al igual que derrocó a su padre Urano. Para preservar su propio poder, comete la última atrocidad, consumiendo a cada uno de sus hijos en el momento de su nacimiento.

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El pintor español del siglo XVIII, Francisco de Goya, nos ofrece una representación especialmente impactante de esta historia que presenta al titán caníbal como una alternativa monstruosa al Dios cristiano. El Credo de Nicea explica que Jesús, el Hijo, es “eternamente engendrado por el Padre”.  El Padre se entrega al Hijo, el Hijo responde con igual amor y fidelidad, y de este amor mutuo procede el Espíritu Santo. Es este amor eterno el que sostiene toda la Creación y el que hizo posible la redención de la humanidad. El cielo no es más que la participación plena en ese amor.  En El Problema del Dolor, C.S. Lewis escribe que este amor de “entrega” constituye el “ritmo no sólo de toda la creación, sino de todo el ser”.

Saturno devorando a su hijo precio original de la pintura

¿Qué ves? El dios del tiempo hambriento de poder, Saturno, se encuentra en la oscuridad con el cadáver de su hijo en sus manos. Sus grotescos miembros son anormalmente largos y retorcidos. El color amarillo de su piel le da un aspecto enfermizo y monstruoso. Con una boca tan ancha como sus ojos, arranca a mordiscos trozos de carne del cuerpo de su hijo. La cabeza y el brazo derecho ya han sido devorados. El cadáver cuelga inerte en sus firmes manos, con los dedos clavados en la espalda.

Rodeado de colores apagados y de un fondo negro, la sangre que sale del cuerpo del hijo es especialmente llamativa. Poco a poco, el fondo parece oscurecer el cuerpo de Saturno mientras las sombras se tragan lentamente su codo y sus muslos derechos.

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Antecedentes: En su villa de las afueras de Madrid, Goya creó una serie de imágenes perturbadoras que desde entonces han sido apodadas sus Pinturas Negras. Pintadas hacia el final de su vida, estas pinturas reflejan la visión pesimista de Goya hacia la humanidad. Las obras tratan temas oscuros e inquietantes.

Una de las obras más emblemáticas de esta serie oscura es Saturno devorando a su hijo. El cuadro fue creado en su comedor, quizá como respuesta a las guerras napoleónicas que tuvieron lugar hacia el final de su vida. Al ser testigo de lo peor del gobierno español, Goya se preocupó mucho por temas como el abuso de poder y la violencia. Otro ejemplo de las pinturas negras de Goya es Sábado de brujas, que también se expone en el Museo del Prado.

Líneas de saturno devorando a su hijo

Saturno devorando a su hijo es el nombre dado a un cuadro del artista español Francisco Goya. Según la interpretación tradicional, representa el mito griego del Titán Cronos (en el título romanizado a Saturno), quien, temiendo ser derrocado por uno de sus hijos,[a] se comió a cada uno de ellos al nacer. La obra es una de las 14 Pinturas Negras que Goya pintó directamente en las paredes de su casa en algún momento entre 1819 y 1823. Fue trasladada a un lienzo tras la muerte de Goya y desde entonces se conserva en el Museo del Prado de Madrid.

En 1819, Goya compró una casa en la ribera del Manzanares, cerca de Madrid, llamada Quinta del Sordo. Era una casa de dos plantas que recibió el nombre de un ocupante anterior que había sido sordo, aunque el nombre era apropiado también para Goya, que había quedado sordo tras contraer una fiebre en 1792. Entre 1819 y 1823, cuando abandonó la casa para trasladarse a Burdeos, Goya realizó una serie de 14 obras que pintó al óleo directamente sobre las paredes de la casa. A la edad de 73 años, y después de haber sobrevivido a dos enfermedades que amenazaban su vida, es probable que Goya estuviera preocupado por su propia mortalidad, y cada vez más amargado por las luchas civiles que tenían lugar en España. Aunque al principio decoró las habitaciones de la casa con imágenes más inspiradoras, con el tiempo las pintó todas con los cuadros intensamente inquietantes que hoy se conocen como las Pinturas Negras. Estos cuadros, que no fueron encargados y que nunca se expusieron al público, reflejan su estado de ánimo cada vez más sombrío con algunas escenas tensas de malevolencia y conflicto[b].