Escultura gato botero barcelona

Escultura gato botero barcelona

Venta de esculturas de botero

Fernando Botero es un escultor y pintor colombiano de la ciudad de Medellín. Botero es famoso por sus piezas únicas, creadas bajo su propia versión del arte figurativo. Su estilo es tan particular que incluso se le ha llamado “boterismo”.

Sus piezas son fácilmente reconocidas por la crítica y el público, debido a su exagerado volumen, fuerza, sensualidad, exuberancia. Una de las características que hacen que la obra de Botero sea tan fácil de reconocer es la interesante y casi cómica forma en que el artista representa la anatomía, de forma desproporcionada pero visualmente agradable.

La escultura del gato de Fernando Botero, conocida en español como Gato, llegó a Barcelona en 1987, habiendo pasado por muchos lugares como el Parque de la Ciutadella y el Estadio Olímpico, antes de encontrar su emplazamiento permanente. Esta escultura de bronce representa a un gato grande y regordete, y es hoy una parte famosa de la historia de Barcelona

El gato regordete no es la única escultura de Botero en Barcelona. Si presta atención al llegar al aeropuerto de Barcelona-El Prat, se encontrará cara a cara con Caballo, un caballo musculoso de patas altísimas y cabeza pequeña. Presente en la Terminal 2 desde 1992, este caballo de aspecto gracioso ha sido el encargado de saludar a millones de turistas que salen por las puertas correderas tras recoger su equipaje.

  Modelado de piezas a partir de sus vistas

Animales de botero

Fernando Botero es un escultor y pintor colombiano de la ciudad de Medellín. Botero es famoso por sus piezas únicas, creadas bajo su propia versión del arte figurativo. Su estilo es tan particular que incluso se le ha llamado “boterismo”.

Sus piezas son fácilmente reconocidas por la crítica y el público, debido a su exagerado volumen, fuerza, sensualidad, exuberancia. Una de las características que hacen que la obra de Botero sea tan fácil de reconocer es la interesante y casi cómica forma en que el artista representa la anatomía, de forma desproporcionada pero visualmente agradable.

La escultura del gato de Fernando Botero, conocida en español como Gato, llegó a Barcelona en 1987, habiendo pasado por muchos lugares como el Parque de la Ciutadella y el Estadio Olímpico, antes de encontrar su emplazamiento permanente. Esta escultura de bronce representa a un gato grande y regordete, y es hoy una parte famosa de la historia de Barcelona

El gato regordete no es la única escultura de Botero en Barcelona. Si presta atención al llegar al aeropuerto de Barcelona-El Prat, se encontrará cara a cara con Caballo, un caballo musculoso de patas altísimas y cabeza pequeña. Presente en la Terminal 2 desde 1992, este caballo de aspecto gracioso ha sido el encargado de saludar a millones de turistas que salen por las puertas correderas tras recoger su equipaje.

  Esculturas de hierro oxidado

El gato del raval

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Estatua del gato barcelona

Si quieres ver el arte de Fernando Botero gratis en Barcelona, dirígete a la Rambla del Raval, donde está claro que su escultura ahora pertenece al pueblo. La sonrisa de Cheshire de este pesado gato actúa como un imán de encanto colombino, invitando a adultos y niños del barrio a pulular sobre su pesada forma.

Ubicada en el que probablemente sea el “barrio” más multicultural de Barcelona, la escultura es un éxito entre gitanos, pakistaníes, marroquíes, latinoamericanos, europeos… todas las numerosas nacionalidades que comparten el barrio y definen su carácter único. Es casi imposible ver o fotografiar a este amable gigante sin que uno o dos niños se cuelguen de sus bigotes, o simplemente se queden mirando con asombro. La gente se acerca y empieza a sonreír. Él tiene ese efecto: cómodo, confiado, satisfecho de sí mismo. Un tom típico.

  Figuras de profesiones y oficios

La escultura ha reclamado firmemente este espacio en el que interactúa bien, pero a este gato de callejón le ha costado encontrar su terreno. Aunque todavía no es viejo, ya ha pasado por aquí. Adquirido por el Ayuntamiento de Barcelona en 1987, estuvo en otros tres lugares de la ciudad -el parque de la Ciutdella, el Estadio Olímpico durante los Juegos del 92 y, últimamente, la plaza de Blanquerna, donde parece que se está pudriendo en un rincón lleno de basura- antes de ser reubicado aquí.