Escultura el hombre que camina

Escultura el hombre que camina

El hombre que camina rodin

Introducción “Como si el propio material se convirtiera en una ilusión. Tienes una cierta cantidad de arcilla, y al principio sientes que le has dado más o menos el volumen adecuado. Y luego, para hacerlo más real, se quita. No haces nada más que quitar. Se vuelve más y más gordo. Pero entonces, es como el propio material, podrías estirarlo hasta el infinito. Si trabajas un pequeño trozo de arcilla, parece que se hace más grande. Cuanto más lo trabajas, más grande se hace”. [1]

A lo largo de su carrera, Alberto Giacometti (1901-1966) participó en varios movimientos de vanguardia del siglo XX. A partir de los años 50, se sintió atraído por el existencialismo, cuya influencia es visible en obras como ésta, titulada Hombre que camina I.

Hombre que camina I es una escultura de su periodo de madurez, el punto culminante de su carrera artística, en el que Giacometti exploró la figura humana desde diferentes ángulos. La precariedad de la figura se relaciona con los límites dentro de los cuales todo ser humano tiene que vivir en una sociedad sometida a múltiples conflictos y desafíos, y a desastres tanto naturales como provocados por el hombre. El rostro apenas está definido, con la intención de captar la generalidad de la especie humana y potenciar así el carácter universal de lo representado por la pieza, despertando un mayor sentimiento de identificación en cada espectador.

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La edad del bronce

La obra más famosa de Giacometti, El hombre que camina, más que una obra maestra, es un icono del arte del siglo XX. Esta exposición reúne por primera vez los distintos modelos de tamaño natural, así como la mayoría de las variaciones esculpidas y dibujadas. Acompañada de numerosos documentos y dibujos inéditos, traza la genealogía del motivo, desde la Mujer Caminante del periodo surrealista hasta los iconos creados en 1959-1960.

Estas obras, a medio camino entre la imagen y el signo, entre la figuración y la abstracción, dan testimonio de la incansable búsqueda del artista por representar la esencia del ser humano. Su dimensión intemporal y universal les confiere un poder simbólico, con una resonancia especialmente fuerte en este momento de reinicio de nuestra vida social.

Escuchar el audio de la guíaEntre las obras de la exposiciónDesde el primer modelo de 1932 hasta las famosas figuras realizadas al final de su carrera, en los años 60, este motivo atestigua la incansable búsqueda del artista por representar la esencia del ser humano. Esta encarnación de la humanidad, especialmente valiosa en la actualidad, sitúa esta obra entre las más conocidas del mundo.

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El hombre que camina tiene su origen en uno de los primeros éxitos de Auguste Rodin, su San Juan Bautista predicando, de tamaño natural, de 1878. Rodin realizó estudios de yeso por separado de los componentes de la escultura, y mucho más tarde volvió a las piernas del Bautista, injertando en ellas un torso de otra composición. En 1900 expuso una versión de esta obra en yeso a tamaño natural, que causó una profunda impresión en los artistas más jóvenes, especialmente en Henri Matisse. El vaciado en bronce de El hombre que camina preserva deliberadamente las etapas crudas de la creación artística al tiempo que eleva lo fragmentario e inacabado a un nuevo plano estético.

La información sobre el objeto es un trabajo en curso y puede actualizarse a medida que surjan nuevos hallazgos de investigación. Para ayudar a mejorar este registro, envíe un correo electrónico a . La información sobre las descargas de imágenes y las licencias está disponible aquí.

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Wikipedia

Con motivo de la Exposición Universal de París de 1900, Rodin organizó una exposición de sus obras en un pabellón erigido en la plaza del Alma. Entre las obras expuestas, se encontraba esta pequeña escultura, situada sobre una columna con capitel corintio, para la que ensambló dos fragmentos de un Juan Bautista, con el torso inclinado hacia delante y ligeramente girado sobre un par de piernas, para dar un movimiento dinámico a su Hombre que camina. Aunque la figura, desprovista de cabeza y brazos, recuerda a una estatua antigua, la decisión de conservar el torso en forma de fragmento y de liberar la escultura de cualquier detalle superfluo ejemplifica el enfoque tan moderno del artista.